Hacia una visión integral de la salud
Hacia una visión integral de la salud,
¿cuál es la diferencia entre prevención y
promoción de la salud?
Sabemos que la salud es un derecho constitucional, que la preservación de la salud es una garantía de calidad de vida y que sin salud la sociedad no puede prosperar; sin embargo, nuestra visión de la salud como constructo puede verse limitada en ocasiones por la dicotomía “ausencia de enfermedad” y “bienestar”, dejando por el camino los estadios intermedios y todas aquellas acciones que pueden incidir sobre la mejora o empeoramiento de la salud (Moreno, 2008).
De acuerdo con el Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (1946), la salud es “un estado de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esto lleva a considerar que la salud no se trata de un todo o nada, sino de un continuo en el que podemos estar mejor o peor sin que esto suponga la presencia o ausencia total de salud o enfermedad (Saylor, 2004; Van De Belt, et al., 2010). Una persona libre de patologías físicas y con un buen apoyo social puede estar aparentemente sana y, sin embargo, presentar desesperanza y falta de energía en su día a día; esto implicaría que pese a que dos áreas de su vida, que son la física y la social, se encuentran preservadas, la mental podría estar viéndose afectada y, consecuentemente, sería deseable incidir sobre ella para poder reestructurar ese estado pleno de bienestar.
Esto a su vez nos llevaría a una problemática frecuente en salud que es saber identificar adecuadamente el tipo de intervención a dirigir, puesto que, aunque habitualmente se usan indistintamente, la prevención y la promoción de la salud no son lo mismo (Loer, 2019) tal y como explicamos en esta ocasión.
¿Qué es la prevención en salud?
La prevención en salud es definida por la Organización Mundial de la Salud (1988) como el conjunto de medidas que tienen por objetivo prevenir la aparición de enfermedades, además de incidir sobre aquellas que ya están en curso, tratando de detener su avance y/o atenuando sus consecuencias.
Es base a esta definición, es necesario tener en cuenta que existen 3 tipos de prevención, cada uno con un proceso de actuación propio (Pumar-Méndez et al., 2020):
- Prevención primaria: Aglutina el conjunto de actividades orientadas a controlar la incidencia de enfermedades en población general. Para ello, la prevención primaria detecta y toma decisiones sobre aquellos factores causales o predisponentes que pueden resultar dañinos para la salud de las personas, lo que se suele catalogar como factores de riesgo. Una de las medidas más efectivas dentro de este tipo de prevención es la educación en salud (Aschcroft, 2015), siendo un buen ejemplo de ella las campañas de promoción de hábitos de vida saludable.
- Prevención secundaria: Mientras que la prevención primaria incide sobre condiciones que todavía no se han desarrollado, la prevención secundaria se centra en detectar, diagnosticar y tratar la enfermedad en sus estadios iniciales, ya que cuanto antes se actúa, más probabilidades hay de retrasar el progreso de la enfermedad o incluso eliminarla. Un ejemplo pueden ser las campañas de detección precoz de cáncer de mama, pero también las charlas formativas sobre los peligros de las drogas en colegios e institutos (Thompson et al., 1995).
- Prevención terciaria: Considerando la presencia de estadios más avanzados de la enfermedad, la prevención terciaria se constituiría como todas aquellas iniciativas que buscan paliar y rehabilitar. En este sentido, resulta importante incorporar estrategias de control y seguimiento de las personas afectadas con el fin de minimizar el sufrimiento y el malestar. Un ejemplo de prevención terciaria serían todas aquellas estrategias que buscan reducir la incapacidad, fomentar la rehabilitación y prevenir recaídas en depresión (Ramírez et al., 2014).
¿Qué es la promoción de la salud?
La promoción de la salud trata de favorecer aquellas condiciones que contribuyen a mejorar y mantener la salud y calidad de vida de las personas. Estas condiciones son sumativas y aunque en ocasiones no pueden extinguir aquellos factores de riesgo que desembocan en enfermedad o en un empeoramiento de la calidad de vida, sí que tienen el potencial de reducir notoriamente su efecto, de ahí que se les denomina factores de protección (Tannahill, 1995).
Para hacer esto posible, la promoción de la salud despliega actividades de índole político y social, que tienen por fin último la modificación de las condiciones sociales, laborales y económicas (Wallerstein, 1992). Por lo tanto, precisa de la participación activa de las personas y colectivos, así como del apoyo y cooperación procedente de organismos y demás entidades de carácter local y regional (US Department of Health and Human Services, 2018).
Considerando, por lo tanto, que la promoción de la salud se vale de la creación de entramados dirigidos a orientar la normalización y adherencia de la población dentro de las iniciativas de salud, se ha creado la figura de los activos de salud, que tienen por función promover todo aquello que tiene efectos positivos para la salud, como es la actividad física, las redes de apoyo social, la autoestima o la generación de estrategias de afrontamiento psicológicas (Hernán-García et al., 2019). Los activos de salud pueden ser personas, grupos, asociaciones y lugares, pero también expresiones culturales, economía local e incluso aplicaciones para el móvil (Sánchez-Casado et al., 2017) como sería el caso de e-pD-WORK.
Prevención y promoción, dos enfoques que merece la pena compatibilizar
Como se puede ver a partir de las definiciones previas, prevención y promoción no son lo mismo y si bien sería adecuado establecer que la prevención actúa sobre la enfermedad en lo que la promoción incrementa la salud, quizás sería más conveniente dejar de hablar de definiciones independientes e integrar ambos conceptos dentro de una noción más extensa. Esta idea parte de todo un marco teórico denominado protección de la salud, que formaría parte de la acepción de “la nueva salud pública”, una forma de ver la salud como un factor de inversión en la vida comunitaria óptima (Frenk, 2016).
Así, la Salud Pública sería entendida no como un servicio hospitalario, sino como agentes de salud provenientes de los distintos estratos sociales y jurídicos que trabajan para alcanzar un contexto de salud integral, sedimentado en la prevención y la promoción. El resultado de esto es poder hablar con propiedad de ese estado pleno de bienestar en los distintos contextos de la vida diaria, incluyendo el trabajo, la vida pública e incluso los contextos de ocio (Sorensen et al., 2013).
Como puedes ver la salud es algo más que la presencia o ausencia de enfermedad, al tiempo que es posible controlar su incidencia y alcance por medio de estrategias bien articuladas. Desde e-pD-WORK lo tenemos claro y por eso no dudamos en apostar cada día por las potencialidades de la promoción de la salud. ¿Y tú? ¿Te apuntas al reto de cuidar de tu salud? ¡Únete al cambio desde hoy mismo! 😊
BIBLIOGRAFÍA:
Ashcroft, R. (2015). Health promotion and primary health care: examining the discourse. Social work in public health, 30(2), 107-116.
Frenk, J. (2016). La salud de la población.: Hacia una nueva salud pública. Fondo de Cultura Económica.
Hernán-García, M., Blanco, D. G., Llanes, J. C., & Cofiño, R. (2019). Fundamentos del enfoque de activos para la salud en atención primaria de salud. FMC, 26(1), 1-9.
Moreno, G. A. (2008). La definición de salud de la Organización Mundial de la Salud y la interdisciplinariedad. Sapiens. Revista Universitaria de Investigación, 9(1), 93-107.
Organización Mundial de la Salud. (1946). Constitución de la Organización Mundial de la Salud.
Pumar‐Méndez, M. J., Lopez‐Dicastillo, O., Hernantes, N., Iriarte‐Roteta, A., Belintxon, M., García‐Iriarte, A., & Mujika, A. (2020). Development of a taxonomy of activities in health prevention and promotion for primary care. Journal of Nursing Management.
Ramírez, F. B., Misol, R. C., Bentata, L. C., Alonso, M. D. C. F., Campayo, J. G., Franco, C. M., … & Velázquez, S. H. (2014). Recomendaciones para la prevención de los trastornos de la salud mental en atención primaria. Aten Primaria, 46(Supl 4), 59-74.
Sánchez-Casado, L., Paredes-Carbonell, J. J., López-Sánchez, P., & Morgan, A. (2017). Mapa de activos para la salud y la convivencia: propuestas de acción desde la intersectorialidad. Index de Enfermería, 26(3), 180-184.
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Thompson, R. S., Taplin, S. H., McAfee, T. A., Mandelson, M. T., & Smith, A. E. (1995). Primary and secondary prevention services in clinical practice: twenty years’ experience in development, implementation, and evaluation. Jama, 273(14), 1130-1135.
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