Sesgos cognitivos y salud: Desmintiendo los mitos más comunes en salud mental

Sesgos cognitivos y salud:

Desmintiendo los mitos más comunes en salud mental

Los sesgos cognitivos son interpretaciones erróneas que hacemos de la realidad y que tienen una influencia en el modo de procesar la información, emitir juicios y tomar decisiones (Concha et al., 2012).

Todos somos susceptibles de caer en este tipo de distorsiones cognitivas, especialmente cuando entran en juego nuestras propias nociones de salud (Greenhalgh et al., 2015). Por este motivo, hoy os explicamos dos sesgos muy comunes, el sesgo de confirmación y la ilusión de invulnerabilidad, así como la influencia que pueden tener tanto en la visión que tenemos de nosotros/as mismos/as como en el modo en el que interactuamos con el entorno.

Sesgo de confirmación

El sesgo de confirmación puede ser definido como una tendencia a seleccionar aquella información que es congruente con nuestras creencias o construcciones de la realidad (Martín-Sánchez, 2020). Así, si, por ejemplo, una persona cree que no es buena oradora y en una presentación que ha preparado para su empresa ve a su jefe bostezar, automáticamente identificará ese bostezo como una confirmación para su creencia, obviando que pueda haberse debido a causas ajenas a su capacidad para comunicar.

Este fenómeno parte de la necesidad que tienen todos los seres vivos de estar en equilibrio con su entorno. En el caso del ser humano, que es un animal racional, la búsqueda del equilibrio incluye la congruencia entre la realidad y la construcción mental que se hace con respecto a esta (Kopitowski, 2016). Las personas percibimos e integramos la información dentro de esquemas que se sedimentan en aprendizajes y que, por lo tanto, influyen en el modo en el que interpretamos la realidad y respondemos frente a estímulos. Incluso si nuestros esquemas son negativos para nuestra correcta adaptación al medio, la tendencia irá dirigida a reforzarlos, ya que constituyen lo que es cierto para nosotros/as (Navas et al., 1995).

El motivo por el que mantenemos esta clase de sesgos es que la discrepancia, también llamada disonancia cognitiva, produce malestar, además de ocupar recursos atencionales y emocionales que necesitamos para otras actividades del día a día (Harmon-Jones y Harmon-Jones, 2012). Una persona puede convivir perfectamente con pensamientos distorsionados, pero eso no significa que esté viviendo de la manera más funcional posible (Cooper, 2012).

Es importante considerar que el sesgo de confirmación invita a extraer la información que refuerza el repertorio de creencias establecidas y que, por lo tanto, interfiere en el modo en el que procesamos la información (Concha et al., 2012). Si pensamos en el caso de una persona con depresión, nos encontraremos frente a esquemas pesimistas y en algunos casos hasta catastrofistas que irán aumentando por la saliencia que tiene la persona para interpretar lo que sucede de forma negativa. A priori esa persona puede estar llevando a cabo su vida según lo socialmente esperable, pero considerando la carga cognitiva y emocional de su estilo de pensamiento, a la larga experimentará un deterioro de la salud a nivel biopsicosocial (Everaert et al., 2017).

Ilusión de invulnerabilidad

En el otro lado del espectro se encontraría el sesgo de invulnerabilidad, que vendría a ser una subestimación de los riesgos y/o peligros del entorno. La ilusión de invulnerabilidad hace que las personas conciban su entorno de forma optimista hasta el punto de tomar decisiones peligrosas e incluso temerarias al creer firmemente que nada malo puede pasar (Sánchez-Vallejo et al., 1998).

Un ejemplo de la ilusión de invulnerabilidad sería asumir que, si una persona que llevaba toda la vida fumando no llegó a desarrollar ninguna enfermedad y vivió muchos años, a uno/a le va a pasar igual y, por lo tanto, puede fumar cuanto desee. Otro caso sería el de personas que por ostentar cargos de poder se perciben por encima del bien y el mal con total impunidad, hasta el punto de someter a otros/as (Shrank et al., 2011).

Esta clase de distorsión perceptiva encuentra sus bases en la supresión del malestar ocasionado por el estrés. Podría considerarse como un filtro que utiliza nuestro cerebro para evitar la sensación de vulnerabilidad frente a lo que ocurre a nuestro alrededor; no obstante, aunque un cierto optimismo es positivo para afrontar el día a día y ser resilientes, un exceso puede conducir a riesgos severos y a una ausencia de actitudes preventivas (Páez et al., 2018).

Otro ejemplo de este sesgo, relacionado con la toma de decisiones en salud, sería el de las personas de constitución delgada que aparentemente no aumentan su peso por más que comen. Una persona de estas características puede asumir que por estar delgada puede consumir como norma general alimentos poco saludables y pasar la mayor parte del tiempo sentada, puesto que su apariencia parece apoyar su opinión; sin embargo, a largo plazo, esta persona podría acabar desarrollando patologías vinculadas a sus hábitos, como podría ser el caso de la hipertensión (Dietz et al., 2015).

¿Cómo afectan los sesgos en el día a día?

Como hemos podido ver, los sesgos son atribuciones y formas de interpretar la realidad que nos acompañan e impactan, en mayor o menor medida, en el modo en el que interactuamos con nuestro entorno (Greenhalgh et al., 2015).

Los sesgos no solo afectan a nuestro autoconcepto, sino que pueden ser dirigidos al exterior. Por este motivo, no podíamos terminar el post de hoy sin incluir un listado de las creencias erróneas más comunes en salud mental y la respuesta correspondiente a cada una de ellas (Bharadwaj et al., 2017; Sharak et al., 2010; Sickel et al., 2014):

  • Las personas que padecen un trastorno mental son violentas y agresivas (FALSO): En promedio, las personas diagnosticadas con alguna enfermedad mental presentan una prevalencia de episodios violentos semejante a la población general.
  • Las personas que son diagnosticadas con un trastorno mental son incapaces de adaptarse a la sociedad (FALSO): Las personas con trastornos mentales tienen la capacidad de adaptarse a la vida social y desarrollarse de forma óptima. Incluso en el caso del Trastorno Mental Grave es posible lograr un óptimo funcionamiento con ayuda de intervenciones eficaces y un adecuado apoyo social.
  • Los problemas de salud mental son para toda la vida (FALSO): No todos los trastornos tienen la misma cronicidad ni pronóstico. Especialmente los trastornos del estado del ánimo, como la depresión y la ansiedad, pueden erradicarse mediante abordaje psicológico y, en algunos casos, bajo una prescripción de psicofármacos guiada por un profesional de la salud.
  • Las personas con un trastorno mental no pueden trabajar (FALSO): En muchos casos basta con una adecuada estabilización de los síntomas para que las personas puedan retomar sus actividades remuneradas. De hecho, hay muchas enfermedades de salud mental que pueden ser prevenidas desde el entorno laboral mediante un plan de prevención de riesgos laborales que contemple el riesgo de enfermedades profesionales. Herramientas como e-pD-WORK son muy útiles en estos casos.
  • Las personas con trastornos mentales tienen discapacidad intelectual (FALSO): Los trastornos de salud mental no tienen que ver necesariamente con la discapacidad intelectual. Mientras que los trastornos de la salud mental pueden aparecer en cualquier momento del ciclo vital a través de alteraciones del estado del ánimo, del pensamiento o del comportamiento, la discapacidad intelectual se trata de un estado del funcionamiento con comienzo en la infancia en el que coexisten limitaciones en la inteligencia junto con limitaciones en las habilidades adaptativas. Ambos estados tienen sus particularidades y debidamente tratados confieren a las personas una capacidad funcional óptima acorde a sus capacidades y grado de afectación.
  • Solo los profesionales de la salud y las personas cualificadas pueden ayudar a las personas con trastornos mentales (FALSO): No es lo mismo intervenir y/o tratar que ayudar. Es deber de toda la sociedad facilitar entornos seguros que favorezcan el bienestar de las personas con problemas de salud mental. Un contexto adecuado favorece la adquisición y recuperación de habilidades, suponiendo un ahorro de costes sociosanitarios y una mejora integral de la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.

Esta clase de errores del pensamiento pueden verse fortalecidos por la información recibida por los medios, los prejuicios que vamos aprendiendo desde la infancia y por la polarización de ideas surgida en nuestro entorno. Lo ideal en todo caso es contrastar la información que nos llega y tratar de recurrir a fuentes fiables que alimenten nuestro espíritu crítico y proceso de toma de decisiones.

Si quieres mejorar tu estilo de vida y aprender sobre tu salud no dudes en sumarte a la familia e-pD-WORK. ¡Aprender también es una forma de cuidar nuestra salud! 😉

BIBLIOGRAFÍA:

Bharadwaj, P., Pai, M. M., & Suziedelyte, A. (2017). Mental health stigma. Economics Letters, 159, 57-60.

Concha, D., Ramírez, M. Á. B., Cuadra, I. G., Rovira, D. P., & Rodríguez, A. F. (2012). Sesgos cognitivos y su relación con el bienestar subjetivo. Salud & Sociedad, 3(2), 115-129.

Cooper, J. (2012). Cognitive dissonance theory. Handbook of theories of social psychology, 1, 377-397.

Dietz, W. H., Baur, L. A., Hall, K., Puhl, R. M., Taveras, E. M., Uauy, R., & Kopelman, P. (2015). Management of obesity: improvement of health-care training and systems for prevention and care. The Lancet, 385(9986), 2521-2533.

Everaert, J., Podina, I. R., & Koster, E. H. (2017). A comprehensive meta-analysis of interpretation biases in depression. Clinical psychology review, 58, 33-48.

Greenhalgh, T., Snow, R., Ryan, S., Rees, S., & Salisbury, H. (2015). Six ‘biases’ against patients and carers in evidence-based medicine. BMC medicine, 13(1), 1-11.

Harmon-Jones, E., & Harmon-Jones, C. (2012). Cognitive dissonance theory. Handbook of motivation science, 71.

Kopitowski, K. (2016). La falacia de la evidencia incompleta o “cherry picking”. Evidencia, actualizacion en la práctica ambulatoria, 19(2).

Martín-Sánchez, I. (2020). Sesgo de Confirmación. Revisión Bibliográfica.

Navas, L., Sampascual, G., & Castejón, J. L. (1995). La teoría atribucional de Weiner y los sesgos atributivos: hacia la integración de un desencuentro. Revista de Psicología Social, 10(2), 205-218.

Páez, D., Bilbao, M. A., Javaloy, F., & Casullo, M. (2008). Del trauma a la felicidad. Los hechos negativos extremos pueden generar creencias positivas y crecimiento personal. Prácticas en psicología positiva, 159-202.

Sánchez-Vallejo, F., Rubio, J., Páez, D., & Blanco, A. (1998). Optimismo ilusorio y percepción de riesgo. Boletín de Psicología, 58(3), 7-17.

Sharac, J., Mccrone, P., Clement, S., & Thornicroft, G. (2010). The economic impact of mental health stigma and discrimination: a systematic review. Epidemiology and Psychiatric Sciences, 19(3), 223-232.

Shrank, W. H., Patrick, A. R., & Alan Brookhart, M. (2011). Healthy user and related biases in observational studies of preventive interventions: a primer for physicians. Journal of general internal medicine, 26(5), 546-550.Sickel, A. E., Seacat, J. D., & Nabors, N. A. (2014). Mental health stigma update: A review of consequences. Advances in Mental Health, 12(3), 202-215.



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